- Hemos asestado un golpe rotundo a los jabaespines. Yo me quedaré aquí, pero tú debes continuar.
Busca a Adana Tronacuerno, ha venido en nuestra ayuda desde el Poblado Pezuña de Sangre.
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Kaba se incorporó y después de "engañar" al estómago con un trozo de cecina dura se dirigió junto con 10 compañeros y con dos de los bravos más veteranos al encuentro de Adana. Adana era una tauren guerrera, una de los bravos de Pezuña de Sangre. Había venido con un grupo de taurens y esperaba a este grupo para iniciar un avance desde el sur para realizar una pinza sobre los jabaspines.
Orden de batalla en La Mesa Nube Roja. En rojo línea jabaspín tras contención. En Azul posiciones tauren. En azul claro rutas de suministros desde Pezuña de Sangre. Cuadros blancos distribución de fuerzas de los tauren. Círculos rojos posiciones jabaspín.
Cuando llegaron al campamento Kaba quedó impresionado por el enorme kodo que estaba atado a un poste al lado del puesto de Adana. Era la montura de ésta y Kaba se dijo a sí mismo que algún día él tendría el suyo propio... Rápidamente despertó de su ensoñación y atendió a las órdenes de Adana.
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http://es.wowhead.com/quest=14461La misión tenía varios objetivos. Acabar con los jabaspines haciendo una pinza desde el sur, desarmarlos una vez muertos recuperando las armas de fuego que habían robado durante el ataque al Campamento Narache y eliminar a los chamanes de éstos que estaban convirtiendo la pradera de la Mesa Nube Roja en un erial.
Los tauren se lanzaron al ataque. No había piedad para los invasores... pero en el trance de la batalla descubrieron algo terrible y es que los jabaspines habían entrenado a jabaguerreros (unos jabalíes salvajes) para pelear como perros de presa. Los jabaguerreros eran jabalíes mansos que merodeaban por la Mesa Nube Roja y que alguna vez los tauren cazaban. De hecho la cecina que Kaba masticaba de vez en cuando provenía de estas bestias. Los jabaspines les habían alimentado con carne alimentando así su sed de sangre y convirtiéndolos en caníbales. No tenían más remedio que acabar con ellos.
En el fragor de la batalla, Kaba junto con el Bravo Runningwolf, vieron el corral donde tenían confinados a los jabaguerreros, procediendo a quemar los comederos ponzoñosos y a exterminar los jabaguerreros que se habían echado a perder.
Al medio día la batalla estaba ganada. Kaba y sus compañeros supervivientes volvieron a las posiciones donde se encontraba el punto de reunión. Agotado, Kaba se tumbó en la pradera, y mientras mascaba una manzana vió a un mensajero acercarse. El mensajero preguntó a uno de los bravos y este último señaló en dirección a Kaba. A éste se le encogió el corazón. ¿Malas noticias? Era un mensaje de Gart. Le convocaba al canpamento.
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Una vez allí Gart le enseñó el poder de la sanación. Kaba aprendió el poder del rejuvenecimiento. Las tareas de limpieza de los últimos jabaspines habían empezado y Kaba aplicó sus recién adquiridos poderes a los tauren que llegaban heridos.
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A pesar de que la batalla había concluido parecía que llegaban más heridos de la cuenta... era realmente extraño. Kaba le preguntó a uno de sus compañeros qué era lo que ocurría.
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El chivato jefe Mantospina lidera a esos jabaespines. Fue él quien agredió a la Abuela Viento de Halcón y le quitó la vida, que conllevó al ataque sobre el Campamento Narache. Después de aquello huyó y se escondió, pero lo hemos encontrado: se esconde al oeste, en su maligno cubil de espinas, y expulsa a todos los valientes que hemos enviado.
Kaba salió corriendo. Algo en su corazón le impulsaba a esta locura. El sólo matar al jefe de los jabaspines. Tras un camino entre la devastación vio la cueva, el cubil de ese maleante. Había dos guardianes a la entrada. Ciertamente Kaba se empleó con ellos con relativa facilidad, pero cuando aún no se había recuperado el jefe de los jabaspines salió como una máquina de matar de su refugio. Estaba fuertemente acorazado y tras varios minutos de pelea Kaba consiguió acabar con él. Esta era la primera vez que Kaba temió por su vida. Ensangrentado por las heridas, sacó su cuchillo y cortó la crin del jefe Mantospina, a la par que aulló un grito de triunfo.
Con gran reverencia Kaba le entregó el trofeo al Jefe Hawkwind, que lo recibió con agrado.
- Podemos proceder con el rito-dijo.
Kaba dejó su ofrenda.
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Los ancestros aparecieron de manera nítida para todos los presentes. Fue todo muy sencillo, simple, sin grandes fuegos de artificio como a veces ocurría con los ritos de los elfos. El espíritu de la abuela abandonó su cuerpo y al unirse a los demás ancestros se desvanecieron como una nube de verano.
Gart se acercó a su nieto.
- Es la hora de que partas y de que emprendas tu camino siguiendo los ritos de la Madre Tierra. Hacia el oeste, más allá de nuestro cementerio, encontrarás un camino que sube hacia la colina. Síguelo hasta la cima y habla con Dyami Surcacielos.
Camina con la Madre Tierra, Kaba.
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El camino de Kaba no había hecho nada más que empezar.
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